Los Centros Cívicos de Vitoria, no cabe duda, que son un referente en todo el país. Son ya veintiún años, que han transcurrido, desde que se inaguró el primero de la serie. Los resultados son altamente satisfactorios. Los réditos cosechados, a lo largo de estas dos décadas, están avalados por el grado de satisfacción de los ciudadanos. La prensa lo ha reflejdo claramente, pero también ha destapado un aspecto que lleva a una seria reflexión. El coste, en su mantenimiento, que está generando, este tipo de instalaciones, puede llegar a ser muy gravoso para las cuentas de este Ayuntamiento.
Veinticinco millones de euros es una cifra importante que irá en aumento a medida que se amplie la red de Centros Cívicos. Una factura que podría convertirse en un gran problema en un futuro, pero que debe abordarse antes de que esto suceda. Sin complejos. Con un único objetivo claro, garantizar la continuidad de todos los servicios y actividades que se prestan. Hay que poner en valor muchas actividades que se ofertan en este espacio. Valorar lo que se se posee tiene un precio. En esta ciudad se ha implantado la cultura del gratis total. Estamos acostumbrados a disfrutar de que cualquier instalación municipal de una manera casi gratuíta. Como si fuera un maná que llueve del cielo. Disfrutamos de una oferta de actividades muy enriquecedora y amplia, de calidad. El coste para los ciudadanos, que se benefician de cada una ellas, no cubre el precio real. El déficid adquirido debe ser sufragado por todos lo cual repercute en el incremento de impuestos. Una socialización que es algo injusta que debe ser corregida.
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