lunes, 1 de agosto de 2011

LA REALIDAD

En los últimos tiempos las descalificaciones que se han realizado de caracter racista hacia personas y agrupaciones han sido no solo desproporcionadas si no que carecen de racionalidad. Tildar de actitudes xenófobas el hecho de impulsar el ordenamiento de espacios de culto dignos no responde a la realidad si no que a la vez quien acusa se coloca en un lugar muy dificil para poder sostener dichas acusaciones. Una sociedad que se una de sus mayores virtudes ha sido y es ser una gran anfitriona de personas venidas de todas los lugares del planeta no debería dar crédito a las voces que de una manera interesada tratan de ahogar revindicaciones justas.

Los ciudadanos, por tanto, debemos trabajar para una mejor integración de las personas emigrantes. Los colectivos sociales que recogen el sentir mayoritario de la ciudadanía tienen como labor el papel integrador que es imprescindible para romper ciertos escepticismos y barreras que se pueden levantar en el seno de la comunidad. Trabajan con una filosofía cuyo objetivo es la buena convivencia y que debería estar fuera de toda duda. A pesar de ello existen elementos en sectores políticos que quieren ver"molinos de viento" donde solo hay verdes prados.

Por dejadez o falta de reflejos o por ambas razones las instituciones no han sabido analizar lo que significa el que convivan numerosas culturas en un espacio en el que solo imperaba una de ellas. Esta falta de responsabilidad por parte de nuestros gobernantes ha generado distanciamientos entre varios colectivos ciudadanos. La falta de conocimiento acerca de diferntes constumbres o prácticas religiosas que ha traído la emigración ha levantado barreras que nunca deberían haber existido. Todos debemos trabajar conjuntamente, administración y ciudadanía para evitar la guetización de la sociedad. Nos jugamos todos mucho y por tanto la sensatez debe imponerse.

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