domingo, 26 de diciembre de 2010

RECORTES

El Gobierno de la ciudad ha calificado el recorte de los derechos como reajustes. Una nueva denominación que busca engañar a los ciudadanos. Trata de enmascarar una gestión que se caracteriza por superar record históricos en la ciudad. Records que van en una dirección y que no es otra que dilapidar la calidad de vida de los vitorianos. No se ha conformado, el gobierno de Vitoria, con incrementar los impuestos sin ninguna contemplación, si no que ha restado recursos en el capítulo social. El cheque bebé ha sido víctima de los "tijeretazos". Una decisión que sirve como ejemplo y demuestra que la familia no es la prioridad para este Gobierno. La responsabilidad de una institución pasa por el apoyo a los más vulnerables y a la familia, que es el pilar de una sociedad. En una situación de crisis, como la que nos encontramos, es de vital importancia reforzar el papel de la familia. Es un verdadero instrumento que mantiene el equilibrio social. A pesar de ello el gabinete Lazcoz solo tiene una prioridad. Su Auditorio. Para que se ejecute, no ya el proyecto, si no la obsesión del señor Lazcoz, está llevando a la ciudad a una situación insostenible, bajo el punto de vista económico. El precio del Palacio está muy por encima de lo racional. Una ciudad como Vitoria no debe asumir proyectos que van más allá del ámbito local debido a su gran coste,180 millones de euros. Una cantidad desmesurada. Una cuantía que dada la situación actual es insultante. Las prioridades marcadas por el Gobierno de la ciudad se encuentran en dirección contraria a los intereses de los vecinos. Los ciudadanos no estamos en disposición de hacernos cargo de compromisos gravosos. Los impuestos nos acabarán pasando una seria factura. Las deudas que asumimos por voluntad propia debemos hacerlas frente por responsabilidad, pero sumadas a las que se nos tratan de imponer es un coktel demasiado peligroso para mantener un equilibrio social.Es preciso que alguien trate de introducir algo de sensated en la voluntad de nuestros dirigentes políticos. No hay nada más perjudicial para una sociedad que el empecinamiento de las autoridades.

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