No tengo la suficiente información para acreditar si la protesta del pasado martes, realizada por los funcionarios del Ayuntamiento, fue la más numerosa de las hasta ahora realizadas, pero no parece que haya sido acertada. Protestaban por las rebajas en sus sueldos debido a un decreto impulsado por el gobierno de Zapatero. Pero sobre todo exteriorizaban su malestar por la eleminación de algunos pluses extras que en algunos casos suponía una rebaja en el sueldo de hasta un 8%, tres puntos más que lo establecido en el decreto. El gobierno municipal tomó la decisión de no continuar pagando al personal que tenía establecido un pago añadido en algunas nóminas por el uso del automóvil. Se ha comprobado que no se hacía uso del coche y por tanto el pago estaba infundado. Algo del todo sensato y que ha levantado la ira sindical.
Solo por esta "pataleta" quedan desacreditados los sindicalistas ya que no es de recibo que la sociedad vitoriana continue pagando una factura sin que exista contraprestación alguna. No pueden, los sindicatos, aspirar a que los trabajadores perciban recursos que no están justificados. Si persisten en sus protestas harán que los ciudadanos se coloquen en frente del sector funcionarial. Los representantes sindicales deben reorientar su labor que en numerosas ocasiones ha servido para que esta sociedad sea más justa.
En el caso que nos ocupa, los sindicalistas, han de hacer un verdadero análisis sobre todo teniendo encuenta en la situación en la que todos nos encontramos. No deben tirar por la borda todo el trabajo que han realizado durante años. Han demostrado una gran responsabilidad y por tanto creo que deberían continuar en esta línea. El diálogo y la voluntad debe servir para llegar a los acuerdos necesarios y por tanto han de ser el denominador común. Las protestas y la huelga han de llevarse a cabo cuando todos los caminos estén agotados. Apenas se han dado pasos para el entendimiento y por tanto las movilizaciones están de más.
Todos esperamos que se alcance un acuerdo justo. Exsibir la fuerza por medio de protestas públicas, aireando los desacuerdos, en este caso pone en evidencia a los funcionarios y les desacredita ante los vitorianos, como hemos descrito. La sensated y la racionalidad ha de imponerse de lo contrario todos perderemos
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