domingo, 13 de noviembre de 2011

TERRAZAS

TERRAZAS
El buen tiempo está propiciando que las terrazas de los locales de hostelería formen parte del paisaje habitual de la ciudad. Cualquiera que hoy pasee por Vitoria podría decirse que lo hace por Benidorm o por cualquier otra población del Sur y del Este del país. La prolongación del verano ha servido para contagiar a la capital de cierto aire de ciudad vacacional tradicional por excelencia. Aunque no todo esto contiene aspectos positivos.

La proliferación de las terrazas, debido a las suaves temperaturas, está generando cierto malestar entre los vecinos. La falta de un control adecuado sobre el mobiliario autorizado para las terrazas es una de las principales causas del malestar. No es adecuado que los propietarios de los establecimientos de bares y restaurantes coloquen las mesas y sillas en las terrazas discrecionalmente. Aunque si lo hacen es porque el control que la autoridad debe hacer o no existe o apenas se realiza.

Es de todos conocidos que la crisis económica azota a la mayor parte de los sectores económicos de este país, pero no es excusa para “hacer la vista gorda” a quienes no cumplen con las normas y autorizaciones realizadas para que puedan sortear mejor las dificultades económicas por las que atraviesan. En el caso que nos ocupa pasaría un tanto desapercibido si el ruido que genera la ocupación de vía pública de forma irregular no rompería el descanso de los vecinos. El exceso de mesas y sillas en las terrazas da paso a que ocupen un número de personas también excesivo, según la autorización, con lo cual acarrea un choque convivencial entre los vecinos y las personas que regentan los bares.

Esta permisibilidad como parece estar dándose por parte de la administración no puede continuar por más tiempo. Nadie debe superar las reglas establecidas por la que se organiza esta sociedad. Consentir irregularidades es hacerse cómplice de las consecuencias que genera. Nos encontramos en un lugar donde el respeto a la ley debe prevalecer para que todo funcione dentro de la mayor racionalidad posible. Además el derecho al descanso está por encima de cualquier otro derecho. Existen sentencias que avalan dicha afirmación.

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