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Muchos pueden tener la percepción que se ha esparcido cal viva en las relaciones vecinales organizadas. No responden a su verdadera función en los últimos tiempos. Están imitando a las disputas de las formaciones políticas. No cabe consenso entre ellas. Los intereses que deberían defender que son los de los vecinos, a la vista de los últimos acontecimientos, no marcan sus prioridades de trabajo. Las estrategias que algunas agrupaciones están llevando a cabo no pasan por ser correctas. Las descalificaciones en tono alto colocan no solo a quien las lleva a cabo si no a todo el entramado asociativo en un lugar dificil ante la ciudadanía. Están trabajando con este comportamiendo estridente como un fosor cuando utiliza la pala. La utiliza para cabar la fosa para dar sepultura al finado.
Nadie busca ni desea que los colectivos ciudadanos pierdan su importante relevancia en el seno de la sociedad. Pero para ello ha de arrancar de raíz las malas hiebas, sacar el garbanzo podrido del interior del cocido para que no pudra a lresto. En estos momentos tan delicados en el que la crisis económica nos tiene acorralados no podemos permitir que nadie trunque el avance que hasta ahora habían conseguido las organizaciones ciudadanas. Apartar el grano de la paja debe ser un objetivo claro porque si no es así habremos retrocecido muchos años en el tiempo.
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