viernes, 5 de febrero de 2010

EL CASCO VIEJO

Revitalizar el Casco Medieval es una dificil tarea en la que no solo es responsabilidad del Gobierno de la ciudad si no que es un compromiso de todos los ciudadanos.

Mejorar la Almendra no solo es conservar y recuperar modelos arquitectónicos.Es leer a través de la tierra y las piedras que la componen cómo éramos en los siglos pasados. Es en definitiva recuperar nuestras raíces.

También tiene otra faceta esta mejora del Casco y es la referida al capítulo social. Es una parte no menos importate en la que hay que actuar de una manera especial y a veces hay que llevarla con mucha discrección. A nadie se le escapa que este lugar se ha convertido en una residencia importante de familias con un nivel de poder adquisitivo y cultural muy por debajo de la media de la ciudad.

Esta zona también está señalada, en el mapa, como lugar en el que la vigilancia de los agentes se lleva a cabo de forma más asidua que en el resto de la capital. Algo que no es lo más positivo para esa tan ansiada recuperación ya que indica que existe una clara alerta social en cuanto a la seguridad ciudadana.

Es en cualquier caso una asignatura pendiente, pero de facil solución si hay sobre todo voluntad política. Solo se trata de priorizar las necesidades.

También las grandes molestias que genera el ruido debido a la actividad comercial que emana de la hostelería es uno de los principales problemas a resolver. Los vecinos revindican una y otra vez el derecho al descanso que está por encima de cualquier derecho. Llevan luchado por que se hagan cumplir las normas establecidas demasiado tiempo frente a una administración lenta y a veces paralizada. No está en el punto de mira, de los moradores del Casco, los bares y restaurantes si no lo que se busca es el respeto. Es compatible el negocio y el descanso, pero quien lo debe garantizar es la administración.

En cuanto al comercio parece que empieza a tomar forma. La política que está llevando a cabo el señor Arroita, alma mater de un nuevo Casco, está en el buen camino, pero es justo nombrar a una pieza clave y conocedor del barrio como es el señor Lobato que con su trabajo silencioso está aportando la guinda que es necesaria en todas las tartas.

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