sábado, 26 de febrero de 2011

ESCÉPTICO

Las revueltas en varios países islámicos han despertado una amplia esperanza en occidente. Los nuevos aires de libertad que en algunos lugares van acompañados de un abundante derramamiento de sangre inocente hace presagiar, que los pueblos oprimidos por sátrapas, comienzan ha levantarse. Caudillos sanguinarios, como Gadafi, ágotan sus últimas horas en sus trono, pero antes quieren dejar su particular huella del terror. Pretenden arrasar con todo aquello que encuentran a su paso.



Durante varias décadas los países más desarrollados, donde la democracia es la bandera de la nación, han consentido que una casta corrupta y sin ningún escrúpulo se mantenga al frente de naciones productoras del más preciado líquido, el petróleo. Han sido permisibles y en algunos casos promotores de gobiernos opresores garantes de atentar contra los derechos humanos.



No les ha importado que robaran y saquearan a las gentes más pobres del planeta. Solo les importaba una estabilidad política con el objetivo de protegerse el suministro de petroleo. Ahora que el pueblo oprimido está alzando la voz se colocan de su lado. Reclaman un cambio y exigen a los mismos mandatarios que apoyaban que abandonen el poder.



La solución no se perfila en un período corto de tiempo. La cultura del musulmán tiene que evolucionar para que tome como referencia la democracia occidental. Además los intereses occidentales no son partidarios de un desarrollo democrático similar. El tiempo nos dará la respuesta y espero que responda a las esperanzas que se han depositado en esta revolución

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