miércoles, 5 de enero de 2011

BALANCE

BALANCE
Cuando finaliza los períodos anuales es de obligado cumplimiento realizar diversos balances. Destacan por encima de todos los económicos. La evolución de esta sociedad depende, en buena parte, del factor económico, aunque algunos se empeñen en colocar por encima otros factores. Dentro de esos factores relativamente relevantes se encuentra el número preocupante de víctimas de la violencia del hombre contra el hombre. Una denominación poco utilizada ya que es más impactante y reveladora la de violencia de género o machista. Términos que no se ajustan a la realidad.

La violencia que se ejerce sobre la mujer es superior a la ejercida contra el hombre, pero no es menos cierto que las dos son de igual de condenables. Todos conocemos que el 2010 ha dejado más de setenta mujeres muertas a manos de los hombres. Una cifra muy abultada que refleja el fracaso de los proyectos desarrollados para atajar de manera eficiente, este problema que va camino de convertirse en una lacra.

También no es menos cierto que existe otro problema paralelo al que describía y que es la violencia que se ejerce contra el hombre. Un problema que se está silenciando desde las propias instituciones. Desconocemos las cifras oficiales de los hombres muertos bajo la violencia que se ha ejercido sobre ellos y que han protagonizado las mujeres. El antiguo ministerio de igualdad hizo desaparecer de su página de internet el número de hombres víctimas de violencia. Un detalle que nos debería preocupar. El esconder la realidad es un error que atenta contra la propia sociedad. Diría que se hace complice de un mal que puede ir en aumento si no es aflorado de manera inmediata.

El 2009 murieron cerca de cincuenta hombres a manos de mujeres, según los datos facilitados por colectivos que trabajan en su erradicación. Violencia doméstica ocultada deliberadamente por la propia institución que aboga por que el hombre y la mujer sean considerados por igual. Una sociedad que ha apostado por transmitir la cultura de la igualdad no puede silenciar un problema de gran trascendencia. Hacer invisible la realidad de lo que está ocurriendo es incentivar los problemas. No debemos consentir colocar por encima una violencia sobre otra va contra la propia filosofía de la justicia.

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